La literatura es cosa de mujeres

 

Biblioteca Real de Nápoles
Biblioteca Real de Nápoles

He leído esta mañana un artículo sobre lo que el periodista ha llamado ‘el último boom de la literatura española’, en él destacaba la alta presencia de mujeres como la novedad más importante de este año.

Aparte de que me regale el oído escuchar que se hace caso a las autoras en este país, sobre todo después de las noticias políticas que tan flaco favor hacen a las preocupaciones de la mitad de la población, me ha hecho pensar en si de verdad ha cambiado el escenario editorial patrio y a qué se debe el pretendido cambio.

¿Se han vuelto los editores sensibles a la literatura escrita por mujeres, es que ahora parece más interesante, escriben las autoras jóvenes con una vocación más universal, siguen existiendo los universales en la literatura?

Son muchas preguntas para una mañana de domingo, y tampoco es cuestión de hacer una tesis doctoral sobre el tema y perder irreparablemente el descanso dominical, pero como no puedo dejarlo estar, diré que el escenario editorial desde una perspectiva de género está basado en las siguiente premisas:

Primera. Lo que escriben las mujeres es cosa de mujeres y por tanto específica y dirigida a mujeres, lo cual, desde los estándares literarios coloca a las autoras fuera de la historia universal de la literatura, tienes que estar interesado en ver la literatura desde una perspectiva de género para prestar atención a las autoras y por tanto quedan relegadas a la estantería especial, al rincón de las chicas, que es considerada menos vendible por los editores.

Segunda. Las personas que compran libros prefieren los escritores universales que hablan de temas universales (es decir los autores masculinos), los que apoya la tesis de que esos autores son más vendibles.

En este escenario ocurre una primera estafa conceptual, los autores tienen género, que determina lo que escriben, mientras los compradores no lo tienen. Eso no es cierto, la realidad es que las mujeres leen más libros y compran más libros que los hombres, según los últimos datos de la federación de editores del año 2017.

De modo que todas esas mujeres leen literatura universal además de femenina, mientras que los lectores no suelen leer literatura escrita por mujeres. Por supuesto hay muchas y felices excepciones, pero la regla común es esa, y es lo que permite a los editores decir que la literatura femenina es menos vendible.

Del artículo que he leído esta mañana parecía desprenderse que las autoras están teniendo más éxito porque, o bien han dado con editores más comprensivos, o bien escriben de forma masculina, y por tanto universal. pero yo creo que ninguna de las dos premisas es cierta y la clave me la da una de las autoras entrevistadas que dice que desde hace un tiempo a ella, como lectora, las obras escritas por hombres  de su generación ya no le interpelan.

¿Es posible que la sensibilidad de la lectora esté cambiando y se dé cuenta que determinados discursos ya no le aportan nada?, a mí, hace tiempo que muchos escritores establecidos ya no me dicen nada y conozco a muchas chicas jóvenes que sólo leen obras escritas por mujeres porque no se sienten suficientemente representadas en las obras escritas por hombres.

Si las compradoras se decantan por leer y comprar lo que les aporta valor en lugar de lo que los editores recomiendan como universal, entonces sí que cambiará el escenario editorial español y yo estoy deseando verlo.

La reflexión

Hannah Arendt

¿Cine o literatura?, siempre surgen dudas acerca de si los límites a los que se ve sometido el cine permiten la expresión de ideas profundas que en la literatura, mucho más flexible en el tiempo, son habituales.

Porque hay conceptos que necesitan tiempo, tiempo de meditación, tiempo de exposición, tiempo de comprensión, tiempo de reflexión.

Por eso, una película como Hannah Arendt, es una película doblemente valiosa: primero nos cuenta en apenas dos horas (que se hacen increíblemente cortas), un concepto complejo, tan trascendente para el ser humano que debería ser tratado en debates escolares por todo el país, después nos proporciona material para una reflexión profunda sobre temas esenciales (el mal, el amor, la culpa, la razón, la supervivencia o la comprensión y la gestión de los sentimientos) dándonos la oportunidad de vivir profundamente como personas.

Reflexión es una palabra que amenaza con desaparecer del diccionario a fuerza de prisas, demasiada información y falta de tiempo.
Y volvemos al tiempo porque no hay nada más valioso hoy en día, pero ¿tanto como para dejar de reflexionar?.
A veces dejamos de reflexionar por el tiempo, otras por miedo, otras veces por puro instinto de supervivencia.
Y en un bucle dorado tenemos que la reflexión es necesaria para vivir, tanto como dejar de pensar lo es a veces para sobrevivir. ¿O no?.

Definitivamente la palabra reflexión no está de moda en estos tiempos, quizá porque reflexionar cuesta, y estamos cansados, realmente cansados, pero no nos equivoquemos, perderemos mucho más que unas pocas fuerzas si no lo hacemos.
Perderemos capacidad de reacción, lucidez, autonomía, independencia y una vida plena.

Y sí, el cine es un arte capaz de mucho, muchísimo, que nos está dando perlas brillantes de reflexión y comprensión humanas.

Buscando a Sugar Man

Ayer vi una gran película, tan grande, que ocupa mi pensamiento desde entonces, no logro sacármela de encima y no sé si quiero hacerlo.

Se llama «Searching for Sugar Man» y es la combinación más extraordinaria de documental, suspense y lección vital que uno pueda imaginar. En realidad es una biografía narrada perfectamente en formato documental, tan perfectamente, que da escalofríos, ¿no habrá alcanzado el cine su cenit expresivo?, me pregunto qué podrá darnos a partir de ahora.

Difruté, me emocioné, reí y lloré, de forma paulatina y acompasada, sin distracciones y sin interrupciones, en una sinfonía sentimental que duró 85 minutos,  pero que ahora me acompañará en el recuerdo durante quién sabe cuanto tiempo.

Pero ese no es el motivo por el que me he decidido a escribir este pequeño homenaje sino la excusa para  resaltar un detalle que me pareció magnífico: un padre que no puede dar a sus hijos una gran educación por falta de medios, los lleva a las bibliotecas y museos y les hace descubrir las delicias del arte y el pensamiento, momentos inolvidables y enriquecedores para las personas que los viven, y la razón de ser de esta reflexión: adoro ser bibliotecaria.

A menudo me pregunto si el ataque continuo a la cultura en general y a las bibliotecas, museos y enseñanza pública en particular por parte de los grandes poderes económicos es una consecuencia de su menosprecio por los beneficios no cuantificables en las personas, cosa que ellos pregonan a grandes voces en la prensa a diario, o algo más sutil y perverso, el deseo del embrutecimiento y alienación de la población en general.

No soy amiga de teorías conspiratorias pero la terrible involución en la que estamos sumergidos, nos arrastra horriblemente a tiempos pretéritos de señoritos altaneros y gente indefensa que no podía ni escribir su nombre y resulta tan sistemática como sospechosa.

Por el momento resistimos, y, como tenemos experiencia en recortes y menosprecios, hemos desarrollado imaginación y tenacidad, lo que no es poco, en estos tiempos duros, que son siempre menos duros con películas como ésta.

Gracias a las personas que siguen contando historias en cualquier formato.

Sugar Man