¿Cine o literatura?, siempre surgen dudas acerca de si los límites a los que se ve sometido el cine permiten la expresión de ideas profundas que en la literatura, mucho más flexible en el tiempo, son habituales.
Porque hay conceptos que necesitan tiempo, tiempo de meditación, tiempo de exposición, tiempo de comprensión, tiempo de reflexión.
Por eso, una película como Hannah Arendt, es una película doblemente valiosa: primero nos cuenta en apenas dos horas (que se hacen increíblemente cortas), un concepto complejo, tan trascendente para el ser humano que debería ser tratado en debates escolares por todo el país, después nos proporciona material para una reflexión profunda sobre temas esenciales (el mal, el amor, la culpa, la razón, la supervivencia o la comprensión y la gestión de los sentimientos) dándonos la oportunidad de vivir profundamente como personas.
Reflexión es una palabra que amenaza con desaparecer del diccionario a fuerza de prisas, demasiada información y falta de tiempo.
Y volvemos al tiempo porque no hay nada más valioso hoy en día, pero ¿tanto como para dejar de reflexionar?.
A veces dejamos de reflexionar por el tiempo, otras por miedo, otras veces por puro instinto de supervivencia.
Y en un bucle dorado tenemos que la reflexión es necesaria para vivir, tanto como dejar de pensar lo es a veces para sobrevivir. ¿O no?.
Definitivamente la palabra reflexión no está de moda en estos tiempos, quizá porque reflexionar cuesta, y estamos cansados, realmente cansados, pero no nos equivoquemos, perderemos mucho más que unas pocas fuerzas si no lo hacemos.
Perderemos capacidad de reacción, lucidez, autonomía, independencia y una vida plena.
Y sí, el cine es un arte capaz de mucho, muchísimo, que nos está dando perlas brillantes de reflexión y comprensión humanas.